A veces la vida necesita coraje. Necesita nuestra capacidad de enfrentarnos al vacío, sin miedo a a saltar. La vida necesita animarse a comenzar desde el fracaso y también a su vez, a intentarlo, a pesar de las grandes posibilidades de fracasar. En la vida existe mucho temor de parte de las personas para enfrentar la incertidumbre, y es ahí donde el coraje es el vehículo perfecto para lograr grandes retos.
Nuestra sociedad hoy en día no invita al coraje. Cree que todo debería de ser escrito, narrado y simplemente dirigido como que estuviéramos en una actuación esperando el final. Queremos una vida narrada y sencilla que nos permita llegar fácilmente a adonde nos dirigimos. Creemos en ideas tales como que la vida es una línea y no deberían de haber problemas.
Creemos también que la vida es encontrar un trabajo donde estaremos los próximos 30 años y se nos pagará sin ningún problema. Creemos que la vida es animarnos a soñar, sin saber que todo sueño tienes un momento de pesadillas y también sus momentos de dar vuelta en la cama.
Es que es muy sencillo hablar de un mundo con coraje cuando todo está planificado y no hay sorpresas. Sin embargo, la vida está llena de sorpresas y en esas sorpresas, es donde encontramos la diferencia entre aquellos que tienen coraje y aquellos que simplemente están asustados por tomar las riendas. Hasta que tienes que lidiar con una enfermedad, con un despido, con una muerte, con la posibilidad de la bancarrota, con un gobierno en contra o con con un revés que nunca viste, es cuando encuentras el verdadero coraje de lo que estamos hechos.
Es muy fácil pensar en Catón El Joven y pensar en su riqueza y su capacidad política. Lo que no vemos es cómo estuvo dispuesto a sacrificar todo porque estaba al yugo de un gobierno que él creía era el incorrecto. Es muy fácil leer Marco Aurelio y pensar que ha de haber sido grato ser un emperador sin acordarnos, que su hermano trató de asesinarlo, su esposa no lo quería y sus hijos lo odiaban. Es difícil pensar, pensar en la facilidad de Abraham Lincoln para llegar a ser presidente, sin tomar en cuenta los múltiples fracasos en el camino y también las dudas profundas que tuvo en continuar su existencia. Y no acordarnos de Winston Churchill y su batalla contra la depresión, la recuperación de su reputación, después de haber cometido, decisiones equivocadas y su lucha contra el nazismo. Todo ello requiere un coraje mucho más profundo del que alguna vez hemos pensado.
Sin embargo, estas vidas parecieran, milagrosas e inalcanzables, porque de alguna manera, creemos que esos actos no son llamados en nuestra propia vida. Creemos que la valentía se mide en actos que van a quedar escritos en las cartas de la vida sin darnos cuenta que la valentía también se practica en el anonimato. Que tenemos frente a nosotros todos los días la decisión de hacer lo correcto y lo incorrecto y que esta decisión es la decisión más profunda que debemos tomar. Que es mucho más fácil salirse por la tangente y tomar el camino sencillo donde no se requiere cambio y lo único que se encuentra es confort.
Por supuesto que puede seguir ahí dormido en los laureles, como la liebre de la Esopo y pensar que nunca te alcanzará la vida. Puedes pasar en que se requiere tener un coraje profundo el tomar las decisiones difíciles en momentos donde todos agachan la cabeza.
Eso sí, no esperes aplausos ni reconocimientos al final de tus decisiones. Al contrario, encontrarás varias personas diciéndote que te has equivocado y que lo que has hecho ha sido una falta al destino. Tendrás que acostumbrarte a que te llamen loco o desagradecido por ponerte frente a aquello que tú sabes que era incorrecto. Tendrás que acostumbrarte a la soledad porque serán muy pocos los que verdaderamente entienden que hacer lo correcto vale la pena no por hoy ni por mañana, sino por la eternidad.
Así que los estoy invitando, a buscar esta lucha con coraje que es la vida. Nos invitan a intentarlo una y otra vez, a pesar de los reveses y a pesar del dolor. Nos invitan a esforzarnos cada día más como si estuviésemos cargando el mundo como Atlas. Nos invitan a empujarnos sin dudar, y solo confiando en que dentro de nosotros existe un fuego insaciable que busca nunca rendirse. Así como la semilla una vez comienza crecer, no se rinde hasta salir de la tierra, así también es nuestro llamado como seres humanos ser valientes.
Es tiempo que pongamos la valentía de moda y que el coraje sea una bandera que hondee en las decisiones de todo hombre y toda mujer. Es tiempo que nos podamos colocar del lado incorrecto de la normalidad, porque de alguna manera sabemos que aunque todos lo puedan hacer, puede ser que aquello no sea lo correcto.
Ahí tienes a Séneca, Epíteto, Marco Aurelio, Abraham Lincoln, Winston Churchill, Mahatma Gandhi y tantos otros que son pertenecientes a ese grupo privilegiado. Requiere coraje levantarte por lo que sueñas y por lo que crees. Requiere coraje, animarte a querer cambiar tu mundo. Requiere coraje verte al espejo y decir no estoy de acuerdo con lo que estoy viendo y querer cambiarlo. Porque el coraje y el cambio son sinónimos y no puede existir uno sin el otro. Así que, rétate hoy a tener más coraje para determinar que tu vida puede ser distinta a lo que estás acostumbrado. Que el silencio sea tu testigo y la soledad, la compañía de las grandes decisiones de tu vida. Que el día te encuentre trabajando y que la noche te encuentres reflexionando. Y que la inspiración se haga tan clara, que sepas que no hay nada fortuito en la vida, sino que absolutamente todo, se construye con un trabajo perenne, que no tiene miedo al fracaso.
Excelente y muy inspirador