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La Dicotomía del Control: Un Camino Estoico hacia la Serenidad
La filosofía estoica, a través de Epicteto y otros pensadores, ofrece una herramienta invaluable para manejar la ansiedad y el estrés: la dicotomía del control. Este principio, que divide nuestra vida entre lo que podemos y no podem
os controlar, es una guía práctica para encontrar serenidad en un mundo caótico. Alan Watts, en su obra The Age of Anxiety (1970), ya advertía que gran parte de la ansiedad moderna proviene de intentar controlar lo incontrolable. Este texto se entrelaza con las enseñanzas estoicas, creando un puente entre lo antiguo y lo contemporáneo.
¿Qué es la dicotomía del control?
La dicotomía del control propone que nuestras acciones deben centrarse únicamente en lo que está bajo nuestra influencia directa: nuestras decisiones, esfuerzos y reacciones. Por otro lado, debemos aceptar que factores externos como la riqueza, la salud, la reputación o el reconocimiento no están completamente en nuestras manos.
Epicteto nos invita a entender esta distinción para evitar una vida llena de frustraciones. La riqueza, por ejemplo, puede construirse con esfuerzo, pero no está garantizado que permanezca; una crisis económica o un accidente pueden desmoronar lo acumulado. De manera similar, la reputación puede destruirse en segundos debido a un error o a la percepción de otros, por lo que no es prudente depender emocionalmente de ella.
Ejemplos de lo que podemos controlar
1. Esfuerzo: Aunque no podemos controlar los resultados de nuestras acciones, podemos dar lo mejor de nosotros mismos en cada tarea.
2. Valores: Vivir de acuerdo con principios éticos y morales está en nuestras manos.
3. Reacciones: La manera en que respondemos a los eventos, incluso adversos, es algo que podemos moldear.
Estos aspectos son nuestra “zona de control”. Actuar dentro de este ámbito nos ayuda a vivir con autenticidad y propósito, mientras que obsesionarnos con lo externo solo genera insatisfacción.
Lo que no podemos controlar
1. Riqueza: Aunque podemos trabajar para generar ingresos, factores externos como recesiones o desastres pueden afectar nuestra estabilidad económica.
2. Salud: Cuidar nuestro cuerpo es esencial, pero enfermedades inesperadas o pandemias pueden aparecer sin previo aviso.
3. Reputación: Las opiniones de los demás están fuera de nuestro alcance; tratar de controlarlas solo genera ansiedad.
Reconocer esta limitación nos libera del sufrimiento innecesario. Como decía Séneca, “Sufrimos más en nuestra imaginación que en la realidad”.
La ilusión del control en la era moderna
La tecnología y las redes sociales han amplificado la ilusión de control. Ahora, más que nunca, creemos que podemos gestionar todos los aspectos de nuestra vida, desde nuestra imagen pública hasta los resultados de nuestras acciones. Sin embargo, esta ilusión solo alimenta la ansiedad. Las plataformas digitales, por ejemplo, pueden magnificar un error y convertirlo en una crisis reputacional, demostrando cuán poco control tenemos sobre cómo nos perciben los demás.
Lecciones prácticas para aplicar la dicotomía del control
1. Céntrate en tus esfuerzos, no en los resultados: Como en una carrera, no siempre gana el que más se esfuerza; hay factores externos en juego. Sin embargo, dar tu mejor desempeño siempre estará bajo tu control.
2. Acepta la incertidumbre: En lugar de temer lo desconocido, adopta una mentalidad de curiosidad y adaptación.
3. Deja ir la necesidad de aprobación: La reputación es volátil; lo que realmente importa es vivir conforme a tus valores.
El impacto emocional de trabajar fuera de nuestro control
Epicteto argumentaba que la infelicidad proviene de intentar controlar lo incontrolable. Esto se manifiesta en el estrés crónico, la ansiedad y, en casos extremos, la depresión. Cuando nuestras expectativas no se alinean con la realidad, nos sentimos traicionados por la vida, como si hubiéramos sido “engañados”. Sin embargo, este malestar es autoinfligido al enfocar nuestra energía en áreas fuera de nuestro control.
Un recordatorio de humildad
La dicotomía del control también nos brinda una lección de humildad: gran parte de nuestra vida está fuera de nuestras manos. Reconocer esta verdad nos invita a soltar la necesidad de controlar y a enfocarnos en lo que realmente importa. Como dijo Epicteto, “Dedícate a lo que está en tus manos y deja el resto en las de Dios”.
Conclusión: Serenidad en lo que podemos controlar
El camino hacia la felicidad, según los estoicos, está en aceptar los límites de nuestra influencia. Al adoptar la dicotomía del control, podemos vivir con serenidad, conscientes de que nuestras acciones son valiosas por sí mismas, independientemente de los resultados. Esta filosofía no solo nos ayuda a enfrentar los desafíos de la vida con resiliencia, sino que también nos libera de la carga innecesaria de preocuparnos por lo que no podemos cambiar.
Así, la invitación estoica es clara: enfócate en lo que puedes controlar, hazlo con excelencia y deja el resto en manos del universo. Al final, es ahí donde reside la verdadera libertad.
Gracias, gracias
Que gran enseñanza Mauricio, muchas gracias por compartir este importante tema!