Uno de los grandes aprendizajes que he tenido en los últimos años es que no hay peor estorbo que uno mismo. No es el jefe, ni el mercado, ni las circunstancias. Es la forma en que interpretamos lo que nos pasa, lo que nos decimos y lo que decidimos hacer… o no hacer.
Nos quedamos enganchados en decisiones pasadas. Rumiar errores. Pensar en lo que pudo ser y no fue. Ese apego nos paraliza y nos impide tomar la siguiente oportunidad que la vida nos ofrece. Es como si el jugador de fútbol se quedara mentalmente atrapado en el penal que falló, en vez de prepararse para el siguiente tiro.
Esto no es una metáfora: investigaciones en psicología deportiva han demostrado que la rumiación posterior a un errorafecta negativamente el rendimiento futuro. Por ejemplo, Beilock y Carr (2001) encontraron que la preocupación por el desempeño disminuye la precisión motora y cognitiva, especialmente bajo presión. Y estudios como el de Mellalieu et al. (2009) mostraron que los atletas que practican el “let go” mental tras errores son significativamente más resilientes.
Recuerdo cuando tuve un accidente en mi motocicleta. Estaba tentado a dejarla guardada. Pero un mentor me dijo algo que nunca olvidaré:
“Mauricio, vuélvete a montar. No dejes que el miedo gane terreno”.
Eso aplica también en la vida profesional, emocional y espiritual. Si el miedo se instala, nos quedamos estancados. Y el miedo, en su esencia, es falta de información.
Como lo dice un villano a Bruce Wayne en Batman Begins (2005):
“Los hombres temen lo que no entienden”.
Pero así como no sabes si va a salir mal… tampoco sabes si va a salir bien. Por eso necesitamos la esperanza. Cuando Pandora abre la caja y libera todos los males, lo único que queda al fondo es la esperanza. Y con eso basta para volverlo a intentar.
El problema es que muchas veces buscamos información en el lugar equivocado. Opiniones de personas que ni nos conocen ni nos quieren bien. Y como escribió Chuck Palahniuk en El club de la pelea:
“Dejamos que personas que no nos importan nos digan cómo vivir nuestras vidas”.
Y no es ego. Es enfoque. Porque si estás haciendo algo nuevo —si eres la primera persona en tu familia en estudiar, emprender, sanar o hablar de emociones— la mayoría de la gente no entenderá lo que estás haciendo.
Como dijo Denzel Washington:
“Tu luz molestará a quienes aún están luchando con su oscuridad”.
No necesitas ser perfecto. Nadie lo es. Pero sí necesitas no estorbarte a ti mismo. Los errores son inevitables. Lo que marca la diferencia es lo que haces después del error.
Referencias académicas
Beilock, S. L., & Carr, T. H. (2001). On the fragility of skilled performance: What governs choking under pressure? Journal of Experimental Psychology: General, 130(4), 701–725.
Mellalieu, S. D., Hanton, S., & Fletcher, D. (2009). A competitive anxiety review: Recent directions in sport psychology research. In S. D. Mellalieu & S. Hanton (Eds.), Advances in Applied Sport Psychology (pp. 1–32). Routledge.
Gran mensaje sobre el carácter, la resiliencia y la perseverancia, muchas gracias Mauricio.
Excelente, bravo, bravo....De los mensajes más inspiradores. Un abrazo